Parece difícil, pero es posible. Pillar un constipado de campeonato en un sitio con una temperatura fija de 30 grados está dentro de mis posibilidades.
Un par de cafés (Nespresso, que también ha conquistado estas latitudes) me espabilan y voy con Virginia al Chinatown menos chino y mugriento que se pueda imaginar. Allí visitamos (cosas del mestizaje) un templo hindú en el que los cánticos de los fieles y la pinta de los oficiantes (semi-desnudos, pintarrajeados y poniendo cara de arrebatados) casi daban miedo. Luego visitamos un templo budista chino gigantesco, con un buda de ocho brazos (otra vez el mestizaje), ascensor y dos restaurantes.
Visitamos ahora la zona del río, llena de restaurantes y centros comerciales. Nos espera Damon (el otro chef canadiense) para comer algo y nos cuenta la cena-degustación que tomó el día anterior, compuesta de quince platos y quince cócteles para maridar.
Damon se marcha a descansar mientras nosotros vemos una curiosa zona compuesta por unas calles semi-cubiertas llenas de restaurantes y pubs que están muertas hasta las siete de la tarde. El siguiente paseo nos llevó al hotel Raffles, uno de los considerados como mejores del mundo y donde nos tomamos algo.
Blu Restaurante en el Shangri-la
Tras una breve visita al piso para ponernos decentes nos vamos al restaurante de Kevin (que trabajó en el Bulli, el restaurante de Arzak y La Broche con Arola) para probar una selección de su cocina creativa. La cena fue una maravilla: desde una perla llena de sabor a ostra a una mousse de foie gras, un salmón con romesco y humo, una versión del Schnitzel austriaco con una salsa de remolacha o un arbol del plástico (con maceta y todo) en el que la tierra eran trozos de chocolate negro con café, las hojas chocolate blanco y en las ramas colgaban una especie de algodón de azúcar con sabor a fresa silvestre.
Le esperamos a la salida para que él cene en un japonés súper curioso en el que el cliente elige la comida entre las verduras, carnes y pescados que están a la vista (como si fuera un mercado) y simplemente se le aplican unos minutos de cocción al vapor y luego una leve pasada por la brasa. Al final también llega Damon (que venía de un restaurante de fusión china), curiosea la forma en la que cocina y nos vamos todos a casa.
13254 pasos recorridos
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