2008/07/20

Saturday Night Fiber

- Recinto (Auditorio Juan Carlos I, Madrid): regular tirando a bien. Demasiadas colas para la comida
- Localización: Se puede ir en metro, que es una ventaja, pero unas cuantas indicaciones no irían mal, que hay que atravesar varias carreteras para llegar a la estación.

- Rumble Strips: llegamos justo para ver la última canción. Unos tipos divertidos en un mal horario
- Babyshambles: bien, sin matar. Lo más atractivo es la presencia escénica de Doherty y las actitudes crápulas (se bebió una botella entera de tinto, fumó, casi se cae...) de su guitarrista. Lo malo es que no va sobrado de buenas canciones.
- Siouxsie: cómete esta, Madonna. La antigua líder de los Banshees (un año mayor) está tan en forma o más que la ambición rubia. La muchacha se estiró como si fuera una cabaretera. ¿La música? bien cuando tocaba éxitos antiguos, muy floja con los temas de su nuevo disco.
- Morrissey. Su banda se balanceaba entre lo efectista, lo efectivo y lo sublime ('How soon is now' y 'Death of a disco dancer'). Él hizo un poco el notas, intentó ser gracioso charlando entre canción y canción, se mostró como un animal de escenario y acabó ofreciendo un muy buen concierto.
- My Bloody Valentine. Vale que se nota que rasguea la guitarra, vale que no sabría decir si escuchaba sus voces o mi cerebro las añadía desde el disco duro, vale que si no te dejas llevar imagino que la sensación es que aquello era simple ruido (lo cuál no sería malo necesariamente). Pero allí en medio, plantado ante esa montaña de altavoces, acabé sintiendo (ojos cerrados durante los chorrocientos minutos de distorsión de 'you made me realize') un masaje que me recorría el cuerpo por dentro. Si hubiera durado otros chorrocientos minutos tampoco me hubiera quejado.
- Hot Chip. Tengo un problema con ellos. En disco me parecen inteligentes y atractivos. En directo (es la segunda vez que les veo) sosos, demasiado sintéticos, un poco repipis y (cuando se quieren poner 'salvajes') una versión pobre de !!! La gente bailó de lo lindo, eso sí.
- Mika. No puedo negar que el show es divertido y se te pasa en un tris, a base de un llamativo despliegue de puesta en escena en cada tema. Pero quitando dos o tres canciones que tienen un pase (y la versión de 'I just can't get enough'), aquello no tiene mucho dónde agarrarse. Entre Elton John y Xuxa, el anfetamínico británico tiene mucho de showman (lo imagino protagonizando un musical) pero aún le falta bastante como compositor.
- DJ Supermarket. Estaba demasiado cansado para quedarme. Otro día será.

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2008/07/16

Adiós a Virxilio Viéitez

Se pasó la vida por las montañas de Galicia haciendo fotos para documentos y recuerdos familiares. A los 70 años, ya retirado, una exposición organizada por su hija Keta en 1997 le da a conocer, obteniendo reconocimientos en toda europa como retratista de los 60 en el mundo rural. Ayer falleció después de más de dos años gravemente enfermo.

Esta es una de sus mejores imágenes. Muestra a una mujer llena de felicidad con la radio que su hijo (emigrante en las Américas) le había enviado.



[Más fotos de Virxilio]

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Un año ya

2008/07/13

Tema para una canción de Rubén Blades

El tipo entró en el vagón casi de casualidad, apurando el cierre de las puertas. Después de tambalearse unos segundos se apoyó en la barra y empezó a dejar las bolsas en uno de los asientos. Conforme iba sacando la ropa y poniendo cara de desagrado lo dejaba todo en el asiento contiguo.
- Vaya mierda de ropa, es todo del Springfield.

La cara de los otros pasajeros pretendía tranquilidad pero casi todos habíamos visto ya la navaja que llevaba en el bolsillo trasero.

El hombre volvió a recogerlo todo, se puso frente a la puerta y farfulló (mientras sacaba una pistola de juguete) - Menos mal que no se puso tonto. Que no me quiero ver otra vez en la cárcel, pero si hay que hacerlo, saco la pistola y... (sonido de arma espacial de juguete).

El metro paró y el tipo, dando tumbos, volvió a salir del vagón.

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2008/07/12

Notas de un viaje express para una boda

- El hombre se puso súper contento cuando supo que era el primero de la lista de espera por tener una tarjeta de fidelización. Luego reclamó haber llegado antes cuando le relegó en la lista una señora con una tarjeta platino.

- El 80% de las chicas de Atención al cliente de Iberia tenían ojos azules. ¿Casualidad o finalidad psicológica?

- Un helado Magnum cuesta 2,50 euros en una máquina de vending del aeropuerto de Barajas (Madrid). En Santiago de Compostela el mismo helado en la misma máquina cuesta 1,75

- Los franceses bailan mejor, pero tienen menos aguante

- Por mucho que sea verano, siempre te cae alguna gota de lluvia en Santiago


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2008/07/09

Nueva York - Madrid

Para aprovechar la última mañana nos tomamos el desayuno en el Jaffa Cafe (again en St Marks Place).

Luego nos subimos hasta el norte de la isla, a la altura de la calle 168, en Washington Heights, tan arriba que puedes llegar del este al oeste en minutos. Allí vimos la casa Jumel (en realidad una mansión), la primera de Manhattan y la pequeña calle de Sylvan Terrace, con sus casitas de madera.

A esa altura del barrio, en la margen izquierda viven básicamente dominicanos, con lo que los nombres de los negocios y los anuncios mezclan castellano e inglés. Unas 30 calles más abajo está la Universidad de Columbia, con sus edificios de inspiración clásica (griega y romana, vamos) y sus alumnos tirados por el suelo mientras presumen (cabrones) de sus MacBook Air.

Luego atravesamos el Morningside Park hasta coger el metro y aparecer 20 minutos después, como por arte de magia, en la 3ª Avda con la calle 14. Una de las cosas que más llaman la atención del Metro de NY son los trenes express. En ciertas líneas hay unos trenes que paran en (aproximadamente) un tercio o un cuarto de las paradas (las más importantes, se supone), con lo que va como un tiro.

Luego comemos en un rico vegetariano, escribimos alguna postal, rematamos la maleta y nos mareamos un poco con el calor del sol y el aire acondicionado del taxi que nos lleva al JFK.

Nada más (de relevancia, vamos). Hasta la próxima, NY y un abrazo muy fuerte a nuestros dos anfitriones.

8582 pasos recorridos

[Fotos de Nueva York]

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2008/07/08

Nueva York, séptimo día

Como buenos cabezones, al día siguiente del gran diluvio volvimos a Central Park. Alguna zona se mantenía medio inundada, pero en general todo estaba seco. Vemos ardillas, pájaros de varios colores, patos, ocas y tortugas. Paseamos descalzos por el césped y vimos que una turista separaba con el pie las flores de una placa en honor a John Lennon (Strawberry Fields) para que no le taparan el texto que ponía 'imagine'.

Después de compras varias por la quinta avenida (poderoso caballero es don Euro) cruzamos (en metro) el río para ir a Williamsburg, Brooklyn: zona de casas bajas, gente joven y barbudos por la calle, tiendas de discos y mucha ropa vintage. Nos subimos en el taxi de un hombre que nos reconoció no tener mucha idea de cómo conducir en el barrio. Aún así nos consiguió llevar a la Tienda de Superhéroes de Brooklyn, dónde puedes comprar kriptonita, botas y capa, guantes con ventosa para subir por las paredes, identidades secretas (yo tengo la mía) y líquidos que permiten adquirir la invisibilidad, telekinesis o telepatía.

Vuelta a Manhattan para llevarnos algo a la boca en un sitio no muy memorable llamado Cosí (una cadena de restaurantes similar al VIPS pero más humilde). Luego toca alguna otra tienda de discos (la siempre recomendable Sounds of the Universe), localizamos (por fin) la Vogue china y también nos llevamos algún cómic de Forbidden Planet.

Vuelta a casa para cenar los ravioli de pimiento asado, mozzarella y albahaca de Raffetto's. Hmmmm

27905 pasos recorridos

[Fotos de Nueva York]

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Nueva York, sexto día

Había que pasar la prueba en algún momento. Por increíble que parezca, el café del Starbucks aún es peor y más insípido en EEUU que en España. La idea era hacer un picnic en Central Park. Aprovechando que el Euro está fuerte nos avituallamos en Dean & DeLuca y allá fuimos.

Las nubes empezaron a meternos el miedo en el cuerpo conforme entrábamos en el parque. Decidimos situarnos cerca del lago cuando empezaron a caer las primeras gotas. Como hacía mucho calor, una lluvia corta y fuerte parecía la opción más probable, así que nos refugiamos debajo de uno de los pequeños puentes que se encuentran en la parte central. Poco a poco empezó a llegar más gente, más agua y los primeros apretones. Algún atrevido (la cortina de lluvia era realmente espesa) avanzó algo así como 10 metros hasta unos árboles que daban protección para darse cuenta de que no había escapatoria y volver bajo el puente. Cuando la situación empezaba a ser un pelín agobiante (más gente que espacio) la lluvia cesó, con lo que los fuertes no tuvieron que sacrificar a los más débiles.

El agua comenzó a evaporarse debido al calor del alquitrán, las piedras y hasta la madera de los bancos, pero el cielo amenazaba con repetir. No quedó otra que hacer el picnic en casa y tirarnos un buen rato viendo la TV mientras fuera seguía cayendo la lluvia.

Poca historia más. Un paseo por la zona ajardinada en la que estábamos viviendo en el que nos acompañó la inquietante presencia de una ardilla negra y cena en una crepería de St Marks que tenía tan fuerte en aire acondicionado que había que subir basante el tono de la voz para que se siguiera bien la conversación.

10929 pasos recorridos

[Fotos de NY]

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2008/07/07

Nueva York, quinto día

Volvemos a desayunar en el Paradise, en la 4ª avenida. Después de pasar por un spa de Elisabeth Arden para abrir poros y tomar un riquísimo te frío a la cereza dejo al resto de la expedición (van al Metropolitan Museum) y voy a Queens para visitar 5Pointz, un gran edificio semi-abandonado repleto de graffitis hasta en el tejado.

De vuelta a Manhattan visito Zabar, una especie de Meca para cualquiera al que le guste la cocina: la mayor concentración de utensilios, comida preparada, productos frescos y delicatessen que he visto nunca. Atravieso Central Park hasta el Metropolitan y bajamos a Madison Square para tomar una fantástica hamburguesa en el Shake Shack y descansar un rato.

Luego nos acercamos a Raffetto`s, una pequeña casa italiana en la que venden una riquísima pasta casera. Después de no encontrar unas bambas en la enésima tienda de ropa me tomo un vasito de te verde con limón, menta y uva en Union Square.

De vuelta en casa nos tomamos unos ravioli de calabaza, limonada San Pellegrino y un Zuccini Bread (bizcocho de calabacín con frutos secos). Mientras esperamos la hora de salir a dar una vuelta nos vemos Wedding Crashers (‘de boda en boda’).

Además de los habituales se suman otros dos miembros (Arnaud y Carlos, ‘el ociólogo’). Vamos a un par de pubs. En uno de ellos nos llevamos una sorpresa cuando, al salir, nos sigue el dueño para pedir explicaciones de por qué no habíamos dejado propina (en realidad la camarera había entendido mal cuando se le pidió que nos cobrara siete dólares más lo que correspondía, incluyendo así el ‘tip’). En EEUU lo de las propinas para los camareros es más que una costumbre. Nos cuentan la historia de un compañero que se olvidó de pagar la propina en un restaurante y tuvo que dar explicaciones al cocinero, que salió pitando cuando se enteró.

24382 pasos recorridos durante el día, 33093 contando la salida nocturna

[Fotos de Nueva York]
[Fotos de 5Pointz]

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2008/07/06

Nueva York, cuarto día

Me lo había comentado un amigo argentino: "Mis sobrinas están locas con una serie de dibujos animado que protagoniza una niña y en la que mezclan palabras en castellano en medio del inglés". Realmente 'Dora the explorer' (mucho más bonito 'Dora la exploradora') es graciosa como serie, tiene un punto extraño por su uso del castellano y tiene un éxito tremendo. Por la calle se ven posters de la serie y en los quioscos se pueden comprar libros de Dora y su amigo Pedro. Me mató cuando al final del capítulo agradeció la ayuda prestada por otro personaje con un 'gracias you'.

El desayuno fue esta vez en una pequeña pastelería regentada por una judía rusa que lucía con orgullo el certificado de ser un establecimiento de comida kosher.

Tocaba volver al Village para visitar tiendas de ropa. De paso estuvimos en el Chelsea Market (un gran edificio cuyos bajos están ocupados por sucursales de las mejores pastelerías de la ciudad, algún supermercado de alimentos orgánicos y un par de sitios en los que comer) y el Meatpackage District, en el que hangares semi-abandonados comparten espacio con alguna de las tiendas y restaurantes más lujosos de la ciudad.

Entre tienda y tienda vimos un pequeño memorial (titulado 'Titles for América') compuesto por un par de cientos de baldosas de cerámica dibujadas por niños en recuerdo del 11-S.

Luego nos fuimos a Nolita (north of little italy) y el Soho (Sout Houston Street), donde vimos más tiendas y comimos un rico couscous en el Café Gitane. Tras otro repaso por el Soho subimos hasta Times Square para hacer con gusto el turista y visitar la tienda M&Ms.

26452 pasos recorridos

[Fotos de Nueva York]

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Nueva York, tercer día

Paseo hasta la 4ª Avda con la calle 12 para desayunar en un pequeño pero bonito café llamado Paradise. Luego subimos al MoMA, junto a la Tate Modern el mejor museo de arte contemporáneo que conozco. Casi tres horas después (con una pequeña sobredosis de instalaciones en la parte final), paseo por Madison Avenue y avituallamiento en un Pret a manger.

Por la tarde volvemos al Stuyvesant Oval (a casa, vamos) para tirarnos en el cesped mientras escuchábamos un concierto (hacen uno cada semana) de un grupo instrumental de pop-funk. Lo más sorprendente era la cantidad de enanos de dos-cinco años que se lo estaban pasando allí pipa con la música a todo trapo.

Recogemos a Juególogo y cenamos en un italiano de Bleeker (a la altura de la 8ª Avda). Otra vez el exceso de cubitos en la bebida y el aire acondicionado ponen en riesgo nuestras gargantas.

Después de un buen paseo de vuelta (Nueva York de noche tiene su encanto) tomamos un cocktail (ginebra, arándanos y jengibre el mío) en el Mogador, en St. Marks Place.

21813 pasos recorridos

[Fotos de Nueva York]

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Nueva York, segundo día

Nueva experiencia made in usa: lavar y secar la ropa en el laundry. Lo de que solo tarde 35 minutos en limpiar la ropa es un tanto sospechoso, pero no hay mucha opción.

Desayuno sano (yogur casero con cereales y fruta) pero caro y pillamos el metro para llegar al Rockefeller Centre y subirnos al 'Top of the rock' para ver la isla de Manhattan justo antes de que se pusiera a llover.

Un rato después llegamos a Chinatown buscando como locos la Vogue China para una amiga. Comemos, probamos el helado (Marco Polo, ladrón!!) de Lichi y el de Taro, entramos en mil tiendas extrañas y probamos una especie de mini-buñuelos callejeros.

El paso continúa por Little (y tan little) Italy, Tribeca (triangue below Canal Street), dónde vemos un rodaje, la Zona Cero (a este ritmo construirán algo para el 2050) y nos subimos al ferry que lleva a Staten Island para ver anochecer mientras pasamos frente a la Estatua de la Libertad y volvemos a NY.

En casa vemos el show de Stephen Colberty, tras las risas, nos quedamos sopa.

24436 pasos recorridos

[Fotos de Nueva York]

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De Washington a Nueva York

“¡Os vais en el bus gay!”, nos habían dicho el día anterior. “Sale del barrio gay de Washington (Desde la plaza de Dupont Circle), los dueños son gays, los clientes son gays y llega a Chelsea, que es el barrio gay de New Cork”. Desde luego los que organizaban la cola de clientes eran homosexuales, igual que varios de los pasajeros. El conductor, un hombre hispano que nos recogió tarde “porque en mi anterior trabajo salíamos a las diez, no a las nueve y media”, pidió disculpas como cuatro veces por el retraso, reiterando siempre (y con un toque de sarcasmo) que debíamos culparle a él, no a la empresa.

El juególogo nos esperaba en Penn Station. Tras un rápido pase por su casa (situada en una especie de ciudad jardín denominada Stuyvesant Oval) vamos a comer “a un japonés que no tienen sushi”. Luego visitamos su despachito en la NYU y nos ponemos a pasear: Greenwich (bien), Chelsea (psss), cogemos la 25th y vamos hasta Madison. De ahí bajamos a Union Square y nos tomamos unos ricos zumos de Manzana Fuji (un tanto fuerte) y raspberry (frambuesa) en el mercadillo de agricultores que se monta allí.

Recogemos, ahora nosotros, al juególogo en Washington Square y vamos al sur para cruzar a pie el puente de Brooklyn. Al final de la caminata la recompensa es una nueva visita a Grimaldi’s para degustar sus fantásticas pizzas y cannoli.

Las fuerzas flaquean y toca dormir.

21381 pasos recorridos

[Fotos de Nueva York]

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Washington, segundo día

Son curiosas las contradicciones que tienen los estadounidenses respecto al medio ambiente. Un ejemplo de concienciación sería el de algunos bares que ofrecen tazas ‘oficiales’ que se lleva el usuario a casa y trae al local para tomar un día un chai y otro un capuchino. A cambio se le rebaja en unos céntimos el precio de cada bebida.
De lo contrario hay más ejemplos: desde el aire acondicionado perdido en los comercios que mantienen abierta su puerta hasta el caso que me contaban de una chica que duerme en verano con edredón y con cuatro ventiladores y el aire acondicionado enchufados, por aquello de sentirse caliente y que ‘fuera’ hace rasca.

La zona monumental de Washington es exactamente como uno se la podía esperar después de tanta película: gigantesca, sobrecogedora y un tanto fría. A la llegada a la Casa Blanca nos recibió con unos alaridos de “Viva España, mi madre patria” una chiflada que lleva varios meses viviendo frente a la puerta principal con su tienda de campaña.

También resultaron interesantes las visitas a Arlington (el cementerio de los militares estadounidenses) y el metro, construido para los funcionarios (las paradas son ‘Pentagono’, ‘Arlington’, ‘Capitol South’ o ‘Federal Triangle’) y con altísimos techos que recuerdan a un hangar antinuclear de la guerra fría.

De vuelta a casa comienza a amenazar la lluvia y, como pequeños chispazos, surgen las luciérnagas por todo el camino.

La barbacoa prevista para la cena hay que tomarla dentro por culpa del tiempo y descubrimos a uno de los pocos estadounidenses fans de Evo Morales y Hugo Chávez.

24717 pasos recorridos

[Fotos de Washington]

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Washington, primer día

Calor pegajoso en Washington, construida sobre un pantano como capricho personal del amigo George, que tenía su granja a sólo unos kilómetros. Durante buena parte del primer día uno de los miembros de la expedición se pone enfermo, con lo que se retrasa la visita al centro de la ciudad. Después de un desayuno triste en un bar (con wifi, eso sí) en el que se hablaba más español que inglés y una nueva visita al pharmacy, volvemos a casa. Cuando estamos apunto de entrar una chica nos grita desde tres o cuatro portales más abajo que si queremos comprar unos bizcochos caseros con los que está recaudando dinero para Obama. Luego resultó que el pastel de chocolate lo había donado una panadería cercana, pero la chica nos prometió que al día siguiente sí serían 100% caseros.

Después de comer, agradable paseo por las zonas de Mount Pleasant y Adams Morgan, ésta última poblada básicamente por hispanos. La mayoría de las casas eran de madera, con porches decorados (unos con el tradicional banco, otros con triciclos reconvertidos en elementos arquitectónicos).

A última hora de la tarde ya salimos todos de casa y nos acercamos a Georgetown, dónde nos acompaña M.J. El sitio da la impresión de pequeña ciudad rica de provincias. En el campus el porcentaje de gente no anglosajona desciende de forma brutal respecto al resto de la ciudad.

Tras una correcta cena en un Mexicano y el comienzo de la lluvia, nos volvemos a casa.

15783 pasos recorridos

[Fotos de Washington]

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2008/07/05

Chicago (3º día)


Paseo hacia el norte de la parte centro, con desayuno en un precioso y un tanto pico café de hotel (Café des architectes). Luego seguimos hacia Lincoln Park por una zona de casas bajas que no deja de ser ciudad (a la europea). Al paso por el Museo de Historia de Chicago vemos que hay algo de alboroto: policías, unos 15-20 curiosos y un autobús lleno de gente tecleando en sus portátiles. Tras unos minutos esperando en un banco vemos salir y saludar a Barak Obama.

Poco después comienza a llover y toca volver en metro (bastante sucio) al centro. Aprovechamos para subir a los trenes que dan su nombre al Loop, porque recorren en círculo el centro financiero de la ciudad al aire libre, a la altura del segundo o tercer piso. Una forma espléndida de disfrutar de sus calles y edificios.

La lluvia le dio la alternativa al Art Institute of Chicago, uno de los centros de arte más importantes del país y que, además del ‘Nighthawks’ de Hooper y el ‘American Gothic’ de Grant Wood, alberga la colección de impresionismo más importante fuera del Louvre. A la salida (ya no llovía), nueva visita al Millenium Park, dónde la chavalada se lo pasaba pipa con un par de fuentes gigantes situadas una enfrente de la otra y que muestran (cada una) una cara gigante en vídeo que ‘escupe’ un tremendo chorro de agua cuando abren la boca.

Otra de las cosas que había que probar en Chicago era la pizza deep pan, cuya peculiaridad está en su grosos (unos tres o cuatro centímetros) y que tardan como cuarenta minutos en prepararla. Sólo para glotones.

A eso de las 18:00 toca coger el taxi para irse a Washington. Algo así como una hora de atasco después llegamos al Midday. Ya de noche otro taxi nos deja en la casa de Alex en Washington tras pasarlo un poco mal al atravesar la zona de pubs (la gente invadía la calle) de la calle 19.


11428 pasos recorridos (en el museo –casi tres horas– el podómetro no contó los pasos)

[Fotos de Chicago]

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Chicago (2º día)

Chicago es una de esas ciudades (al menos en el centro, las zonas conocidas como The Loop y Near North) en las que miras tanto hacia el cielo que corres el riesgo de terminar con unos cuantos moratones en las piernas. Tras el incendio de 1871 la mayor parte de la ciudad fue reconstruida por varios de los mejores arquitectos de la época. Tras la llegada de nuevos y más modernos rascacielos el skyline ha resultado en una espectacular mezcla de ciudad futurista y escenario de película de terror gótico.

Tras un flojo café y una buena muffin en una cafetería de gran cadena (corner bakery) y algún paseo medio errático (en el que vi una exposición que consistía en sacos de boxeo con la cara de personajes como Hillary Clinton o George W. Bush) toca subirse en uno de los múltiples barcos que muestran las bondades de la ciudad desde el (enorme) lago Michigan y el río Chicago. Una hora y media de sol, brisa marina y unos cuantos miles de datos (fases de la reconstrucción de la ciudad, la pureza del agua del lago, la rivalidad con NY…) que nunca resultaron excesivos.

Para comer, un inabarcable sandwich de pastrami con una de esos refrescos de cereza que hacen gracia como mucho los dos primeros sobres. Paseo por el Loop (otra vez las cabezas mirando hacia arriba), helado con cookies en Grant Park y paseo por el precioso Millenium Park, repleto de intervenciones escultórico-arquitectónicas de gente como Frank Gehry.

Visita a la antigua biblioteca de la ciudad, reconvertida en museo, más paseo y visita a una pharmacy (aquí venden desde el periódico a zumos, pasando por crema solar o carameos para la garganta). La vista desde el observatorio John Hancock no fue especialmente memorable, pero sí los 40-50 segundos que tarda el ascensor en llevarte de la planta 1 a la 94. De vuelta en el hotel la primera sorpresa es la visita a las 21:00 del servicio de limpieza para hacer una segunda batida. Aunque se les aclara que ya está todo bien siguen trabajando unos 5 minutos. Momento tenso.

En la tele (muchos canales y pocas cosas que ver) sólo los Simpson sobreviven más de 10 minutos a la tiranía del mando a distancia.

27171 pasos recorridos


[Fotos de Chicago]

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2008/07/03

Viaje a EEUU: Madrid-Chicago

Lo peor de un viaje siempre son el primer y el último desplazamientos. En uno estás preocupado por no haberte dejado nada y saber encontrar tu destino, en el otro comienzas a pensar en lo terrible que será el día después.

En este caso fue lo mismo. Viaje con Delta a NY en el que fui cebado y vi películas poco agradecidas (lo mejor fue '27 vestidos', para que sirva de vara de medir). Luego tres horas y pico en JFK y nuevo viaje a Chicago.

A lo único que dio tiempo fue a dar un pequeño paseo y tomar un típico perrito de Chicago (sin ketchup pero con pepinillo en vinagre, cebolla, pimiento y chile) en Portillo's, además de maravillarme de la suerte que había tenido al encontrar un hotel de lujo por un precio bastante asequible.

(al ir todo el rato en avión este día no medí los pasos)

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El podómetro de Akihabara

Hará cosa de cuatro años trataba yo de sobrevivir a los calores estivales cuando bajé al comedor que teníamos en la empresa en la que trabajaba para agenciarme una lata de refresco. Como había comenzado la jornada de verano y yo estaba en el turno de tarde, aquello no estaba especialmente concurrido. Ya en mi sitio recordé que me había dejado el móvil sobre una de las mesas. Al volver a por él descubrí que ya no estaba.

Tres días después, de viaje en Tokio, me dio por pensar en que el teléfono no era imprescindible, pero lo que sí necesitaba era un reloj. Aproveché que estaba en el barrio de las grandes tiendas de electrónica (Akihabara) y me puse a buscar uno digital y ochentero. No hubo forma. De repente en una de las tiendas vi algo que ya me convencía: un pequeño reloj sin correa y con un pequeño clip para sujetarlo que (según las ilustraciones que acompañaban al texto en japonés) te animaban a ponerlo en la cintura del pantalón o de la falda. Al llegar al hotel y ponerle la pila descubrí que aquello no era un reloj, sino un podómetro para contar los pasos que da su usuario. Ligeramente avergonzado lo guardé en una maleta y no lo volví a sacar hasta ahora.

El podómetro me ha acompañado por todo el viaje (Chicago, Washington y NY) por EEUU. Decía mi abuelo que dos pasos eran un metro, pero como el cálculo tampoco es científico me limitaré a acompañar el texto sobre cada día del trayecto con el dato de los pasos dados.

Para poder comparar debo decir que un día normal de trabajo (voy a pie a la oficina y soy bastante inquieto) doy 9.900 pasos.


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