Repaso a discos que en su momento no escuché y he descubierto ahora gracias a listas de otros bloggers, webs musicales y revistas de papel:
Springfield (DFA Mix) de Arthur Russell. Un poco de magia. Dentro de la recuperación de la obra de Arthur Russell (vanguardista productor de música Disco y solista que combinaba lo ambiental con lo emocional), el sello Audika editó en 2006 un recopilatorio de rarezas titulado como una de sus canciones inacabadas, 'Springfield'. El punto fuerte es la remezcla de dicha canción por parte de DFA (James Murphy, de LCD Soundsystem): una pequeña odisea que puede recordar a los mejores Orbital por su sensibilidad y que transcurre como un recuerdo o un baño de burbujas. Hermosísimo.
Silent Shout, de The Knife. Indefinible proyecto de unos hermanos suecos en el que se fusionan la electrónica, el pop y un toque oscuro e inquietante que tiene algo de gótico y un poco de civilización antigua. 'Na, na, na' parece sacada de una BSO futurista de los 60, 'Like a pen' es el tema que se le olvidó incluir a Bjork en Post y 'We share our mother's health' es una de las mejores canciones del pasado año, y el 'jitazo' que pudo haberles hecho famosos en 2006. Nunca es tarde si la dicha es buena.
Continental 62, de Christina Rosenvinge. Pues él se lo pierde. Por si a alguien le quedaban dudas, Christina Rosenvinge es una de las mejores compositoras e intérpretes españolas del momento. Y deber ser también una gran amiga de sus amigos, porque nunca está de más la manita que echan aquí los Sonic Youth Steve Shelley y Lee Ranaldo. Esta vez hay tres temas en castellano, recuerdos a Tindersticks ('Tok, Tok') y cosas tan bonitas como 'A liar to love'.
Vivalaguerra, de Standstill. De perdidos al río. Y si se ven con fuerza, la demuestran. Y si tienen algo que contar, lo gritan. Y si la vida merece ser contada con épica, la desbordarán por todos los poros de su cuerpo. Tan 'arty' y pretenciosos como lo puedan ser Migala o Refree, Standstill vuelcan sus tripas, sus sueños y su amor en este disco que fluctúa del folk al hardcore con el mismo ansia con el que saltaban los géneros y se rompían las canciones en el OK Computer de Radiohead, salvando las distancias. Cada uno decidirá su grado de aceptación de la avalancha que se le viene encima. A mí me gustó, pero por momentos me sobrepasa.
Fizheuer Zieheuer, de Ricardo Villalobos. Un buen día el amigo chileno de Richie Hawtin escuchó el tema 'Pobjenicki Cocek', una canción interpretada por un grupo gitano del sur de Serbia, Blehorkestar Bakija Bakic. Cogió un par de fragmentos, los remezcló, sumó un ritmo tremendamente minimal y dio a luz este sorprendente corte de más de treinta minutos: una lección de cómo estructurar un tema y conseguir que su duración no sea un estorbo. Como si fuera una pequeña sesión en la que el detalle melódico sube y baja como la marea.
Transparent things, de Fujiya & Miyagi. Parece tan obvio que no sé por qué nadie lo había explotado antes. Pop+krautrock. The Sea&Cake y otros grupos de chicago o Stereolab pueden valer como referentes más cercanos, pero la comparación más obvia es Can. Alguno de los ritmos y ambientes de este adictivo disco son una puesta al día de los temas más pop del mítico grupo alemán. Más allá de comparaciones, lo que valen son las canciones. Y estas tienen fundamento. Bendito revival.
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