La frutería

Bajé del metro una parada antes de la mía. Tenía que comprar alguna cosa para la semana. En el exterior de la frutería había algunas naranjas, peras, coliflor y unas chirimoyas con aspecto sospechoso. Dentro la cosa pintaba mejor, pero no demasiado. La dependienta se rascaba una mano mientras me preguntaba que qué quería.
- ¿Te has cortado?
- No. Me pica. Debe haber algo por ahí que me produce alergia.

Pensé en lo triste que resulta alguien con alergia a lo que vende. la mujer me sirvió una buena rodaja de calabaza, unos tallos de apio y unos kiwis. De repente alguien dijo algo al pasar por delante de la puerta.
- ¿Le ha escuchado?, preguntó ella.
- ¿El qué?
- ¿No le ha escuchado? Menudo caradura.
- No, lo siento.
- Todos los días pasa por delante, se lleva una naranja y saluda.

Metió las cosas en una bolsa y me cobró, mientras seguía rascándose la mano y echando alguna mirada hacia el exterior.
- Hoy ha tardado. Normalmente pasa más temprano.

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