2008/09/25

Lujo asiático y fracaso estrepitoso

Empiezo el día con una buena ración de sopa de fideos. Si ellos lo toman de desayuno será por algo. Luego me acerco hasta la atracción turística que me queda más cerca del hotel: la casa de Jim Thompson. El tipo era un americano enamorado de Tailandia que relanzó la Ruta de la seda tras la segunda guerra mundial y compró casas por todo el país. Al final junto varias de ellas en Bangkok y se construyó una especie de casa occidental juntando con tejados varias tailandesas. Es una visita agradable y tranquila, pero tampoco mata.

Luego me fui al lujoso hotel Erawan para tomarme un te en su prestigioso salón. Muy bueno el te de hierba limonera (lemongrass) recién machacada y decente el scone con una miel china de frutos del bosque. Cruzo la calle por un paso elevado y entro en otro gigantesco centro comercial, en el que están celebrando un festival de cine. Veo que por media hora llego tarde a Vicky, Cristina, Barcelona. Tendría su gracia ver a Bardem y Pe subtitulados en tai.

Me voy al hotel, donde me recoge una furgoneta de la escuela de cocina Baipai, donde he contratado un curso de tarde. Me toca con una chica de Macao, un australiano y cinco yankies (dos chicos que hacen la vuelta al mundo para celebrar que se han graduado y casado y tres estudiantes de Marketing en Singapur que se han tomado una semana libre). Muy chisposas las profesoras y bien el sitio y el curso.

Una de las atracciones de Bangkok es ver el atardecer en uno de los bares que hay en las terrazas de sus rascacielos. Tengo el tiempo justo (vamos en furgoneta y el tráfico es imposible) y elijo uno de ellos (el Siroco). Al llegar resulta que a la muchacha de la entrada no le convence ni mi pantalón azul ni mis Adidas, así que me pone en la calle.

Lloro mis penas en el Spice Story del Siam Paragon tomando un helado de hibisco con jinjolero (jujube en inglés). Muy rico, también. Me doy un paseo para alcanzar la calle al otro lado del tercero de los centros comerciales Siam (todos conectados) y tras un cuarto de hora me doy cuenta de que estoy perdido. Mi instinto me lleva a bajar a la planta de entrada, pero no hay puertas a la calle. ¡¡¡¡Tengo que subir al tercer piso para poder acceder al paso elevado que conecta con el metro!!!!

Por suerte el paso elevado también da al nuevo centro cultural de la ciudad, el Centro de Arte y Cultura de Bangkok (BACC). Justo coincidió que lo estaban inaugurando, así que me uní a la fiesta (con globos, confetti y un falso Elvis que cantaba en la entrada). El sitio es espectacular: son nueve pisos (con una estructura final con una rampa circular que recorre tres pisos) llenos de videoinstalaciones, esculturas, gnomos de jardín agujereados y cualquier otra cosa. Compensando a los artistas locales (interesantes pero muy seguidistas de cualquier cosa que haya sido vanguardia en europa durante el siglo XX) mostraba también trabajos de Basquiat, Keith Haring, Yoshimoto Nara y una de las arañas gigantes de Louise Bourgeois.

Fueron 16359 pasos.

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