2006/03/20

Más discos (6)

Destroyer’s rubies, de Destroyer: Uno de los primeros discos realmente destacables de este 2006. Miembro del supergrupo New Pornographers, Dan Bejar consigue por fin un pleno al 15 en melodía y emoción. Folk-rock sentido que no desdeña la psicodelia y suena sincero sin caer en la autocomplacencia. Nada que destacar en el sexto disco del de Vancouver, porque todo es bueno en un trabajo que gana cada vez que se pulsa el play del reproductor. Y eso que la primera ya deja el curioso regusto de haber escuchado algo que suena distinto con elementos sencillos. A esto se le llama genio.

Morph the cat, de Donald Fagen: ¿música elegante y sofisticada o música insulsa? Esta es la duda que ha perseguido a los tres discos en solitario de Donald Fagen y también ha sobrevolado por muchos de sus trabajos en el duo Steely Dan. Su nuevo disco no va a despejar demasiadas incógnitas. Vuelven los sintetizadores de seda, los coros etéreos y esa mezcla de jazz y pop que siempre suena igual de maduro y nunca molesta. En esta ocasión los temas más destacados son el que da título al disco y ‘h gang’, pero realmente todo el disco es como una larga canción que va evolucionando.
PD: a mí me parece elegante y sofisticado.

Ballad of broken seas, de Isobel Campbell & Mark Lanegan: Algo de Johnny Cash y June Carter, otro poco de Nick Cave y Kylie Minogue y un bastante de Lee Hazleewood y Nancy Sinatra. El curioso duo formado por la ex-miembro de Belle and Sebastian y el que fuera cantante de los muy rockeros Screaming trees funciona como una película nostálgica de cine negro con dos personajes que viven un amor romántico pero imposible. Contrariamente a los duos antes mencionados aquí la batuta la lleva la dama, mientras Lanegan se centra en su habilidad como intérprete. Bonito disco, no apto para los que odien el cartón-piedra.


Jacket full of danger, de Adam Green:
la mitad más popular de los Moldy Peaches deja aparcado el pop de Gemstones y vuelve al tono crooner de Friends of mine, pero con un gusto por la exageración que por momentos le acercan a una especie de parodia del Nick Cave más salvaje y otras a un cantante de casino de los años 60. Su desparpajo y carácter vuelven a dar la suficiente coherencia a otra colección de temas más simpáticos que redondos.

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