Fumata blanca, fumata negra: el primer reality de la Iglesia
Lo de ayer, el inicio del Cónclave que debe elegir al nuevo Papa, fue un auténtico espectáculo. Primero la misa de Ratzinger, un auténtico discurso electoral que durmió a más de uno de los cardenales. Dicen que Ratzinger es conservador. Yo creo que es un romántico: solo así se explica que este hombre siga hablando del marxismo y el colectivismo como enemigos de la religión. Luego, el paseo por la Capilla Sixtina (¿Qué bonita, no?) cantando el 'Veni, Creator Spiritus' (no todos, eh? Alguno no se lo sabía) y el juramento de cada uno de los 115 electores.
Pero nada tan televisivo como el momento en el que el maestro de las celebraciónes litúrgicas cerró la puerta con un guiño absoluto hacia las cámaras soltando bien claro lo de 'Extra omnes' (todos fuera). Solo le faltó dar el paso a los anuncios. Era la guinda del primer reality show de la historia de la Iglesia Cristiana.
Fumata... ¿negra?
Pero quedaba un golpe de efecto. Se desconocía si durante la tarde se iba a producir una primera votación. En caso afirmativo, el resultado se debería haber dado a conocer a las siete de la tarde. Sin embargo, en un nuevo ejemplo de dominio del tempo y el suspense, fue justo a las 8 de la tarde cuando la fumata asomó por la chimenea de la Plaza de San Pedro.
La poca espesura del humo y la emoción de la gente que esperaba dio lugar al (¿pretendido?) equívoco: ¡Han elegido al nuevo Papa! La televisión incluso enfocó a un grupo de monjas que brincaban de la emoción. Pero salió negro.
A partir de ahora, 4 votaciones al día (descansan los viernes) y dos ocasiones diarias de ver fumatas. ¿Para cuántos días tienen comida estos hombres?
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