Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez
Comienzo aclarando que no suelo hacer mucho caso a los libros o películas que tratan el tema de la Guerra Civil española. Las más de las veces siento que se limitan a dar lecciones de historia sin historia, como un mal libro de texto que se empeña en demostrar lo crueles que fueron unos y lo mucho que sufrieron otros. O incluso al revés. Me da igual.
Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez, ganó el Premio Nacional de la Crícita y el Nacional de Narrativa en 2004. Ambos a título póstumo, ya que su autor falleció al poco de publicar esta recopilación de relatos ligeramente enlazados. Se trata, además, de su único libro publicado de de narrativa.
Los cuatro textos repasan otras tantas 'derrotas' (como las titula Méndez) que sitúa en 1939, 1940, 1941 y 1942.
Primera derrota: 1939
Narra la historia del capitán Alegría, oficial de Intendencia en el ejército sublevado que decide, un día antes de la toma de Madrid, rendirse ante un enemigo que lleva días vencido. Lo hace porque no acepta un asedio que no pretende derrotar, sino eliminar al otro.
Segunda derrota: 1940
La recuperación de una carta manuscrita permite descubrir la historia de un joven poeta e idealista que trata de escapar de los Nacionales en la frontera entre Asturias y León para huir hacia Francia. Con él se encontraban su pareja, la hija de un escritor masón, y la criatura que ésta llevaba en el vientre. El parto acaba con la vida de la madre y el invierno y el miedo a bajar al pueblo sentencian a padre e hijo.
Tercera derrota: 1941
O de como Juan Serna, profesor de violonchelo, salvó durante meses su vida en la prisión gracias a haber coincidido durante el conflicto con el hijo de un coronel, un raterillo fusilado por los Republicanos. Pese al pequeño milagro que crea a diario, salvando la vida como Sherezade, la muerte se vaa adueñando del aire de la cárcel en la que los apresados esperan ser juzgados y condenados a muerte. Hay un momento en el que dos de los 'jefecillos' entre los condenados parecen recriminarle su suerte. Serna se pregunta entonces ¿Cómo unos muertos podían pedir explicaciones a otros muertos?.
Cuarta derrota: 1942
Tres narradores enlazados nos cuentan la historia de un niño, Lorenzo, que debe mentir diciendo que su padre está muerto para que nadie descubra que vive en el armario de su casa. Este únicamente sale del mismo cuando el sol o la oscuridad impiden que sea visto desde el exterior. Una trama que completan una esposa que trata de organizar la mentira de una muerte para defender aquella vida y un cura consecutivamente obsesionado por los silencios del niño y las piernas de la madre.
No hay rastro de complacencias ni moralinas en las páginas de este gran libro, exquisitamente excrito y que busca (y logra) contar dolores, dudas y angustias como algo vivo y cierto, opuesto a la sinrazón de los que solo obedecen y ejecutan. Todos son derrotados: estos por unas causas y aquellos por otras distintas.
Xx
PD: como resulta obvio, me he emocionado leyendo los cuatro relatos. He visualizado y sentido las peripecias de sus protagonistas. Pero lo he hecho como si se tratara de una película situada en lugar común (la Guerra Civil) que me he ido forjando poco a poco en mi cabeza.
Pese a que mencionen lugares que conozco y hable de lo que ocurrió no hace tanto, en ningún momento he sentido que esas historias le hayan sucedido a mis abuelos o sus padres; nunca he identificado a sus protagonistas con aquel familiar que desapareció en la guerra, o un amigo de mi bisabuelo que hubieran metido en prisión.
Y no estoy seguro de si eso es bueno o malo.
|