Match Point, de Woody Allen
¿Gana el que consigue una meta de forma positiva? ¿O gana el que se libra de un castigo? ¿Es el mismo tipo de victoria?
La última película escrita y dirigida por Woody Allen, Match Point, recupera muchas de las claves de su propia Delitos y Faltas, le resta alguno de los tópicos de su cine (Personajes de mediana edad, Manhattan, un evidente humor cómplice, su presencia) y opta por hacer una película que sea suya pero sin parecerlo.
La acción gira en torno a un joven ex-jugador de tenis, Chris Wilton, que entra en contacto con una familia de la alta sociedad londinense. Chris enamora a la hija de un importante hombre de negocios y pierde el sentido, a su vez, por Nora, la magnética novia americana de su futuro cuñado. Las pequeñas renuncias que va realizando para medrar socialmente y las grandes mentiras con las que construye su relación con Nora van modificando la personalidad (¿la tiene o se deja llevar?) del protagonista.
Animales de escena
Uno de los puntos que sostiene la película es el magnetismo animal de sus dos actores principales: Jonathan Rhys-Meyers y Scarlett Johansson (mejor él que ella) llenan la pantalla y dan interés a unos personajes que son marionetas del destino.
Allen lleva la acción hasta un crescendo final en que el las sombras dominan a la luz y la sensación de agobio al propio argumento. Un notable inicio para otra etapa de su filmografía, después de una serie de 5 o 6 tristes fotocopias de su libro de estilo. Quizás el germen de este nuevo cine se encuentre en la mitad 'dramática' de Melinda y Melinda: una línea más serena en cuanto a puesta en escena y con unos argumentos en los que las dudas y las zonas grises ganan la partida a la inercia del chiste y el ingenio del pasado.
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