Historias ajenas pero verídicas (1)
Exterior, día. Casa de Campo de Madrid.
Un cámara de televisión comenta con un triatleta (estos que primero nadan, luego van en bici y acaban corriendo) cómo va a grabarle mientras entrena. El chico se pone a pedalear mientras le sigue un coche con el cámara, la redactora y un conductor.
De repente el triatleta deja el camino previsto y tuerce a la izquierda. El coche la sigue.
Como si de de una peli de forajidos se tratara, un grupo de prostitulas se lanza contra el ciclista y comienza a tirarle piedas. El coche de atrás vive la secuencia como si de una emboscada en las afueras de Bagdad se tratara. Las atacantes tiran al deportista al suelo y el coche acaba pasando por encima de la bicicleta.
Ahora la peli ya no es de forajidos, sino de marcianos o mutantes asesinos que abren las puertas del coche y comienzan a pegar y rasgar la ropa de sus ocupantes.
Por fin llega la policía (además del representante del deportista, completamente fuera de sí y clamando que la temporada se había acabado) y dispersan a las prostitutas. Entonces el cámara acierta a preguntar:
- ¿Pero qué coño está pasando?
- Es que estas chicas están todas como ilegales en España, y si tienen una causa pendiente por un delito leve no las pueden deportar. Dijo el policía.
- ¿Cómo?
- Sí, cuando las denuncie dirán como excusa que creían que usted las estaba grabando con la cámara y por eso le atacaron.
Antes de volver a meterse en el coche, el cámara le dice al policía que no piensa denunciar a las agresoras. Una de ellas le escucha y le empieza a llamar hijo de puta y a amenazar con matarle por no presentar denuncia.
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