Gulagh Orkestar, de Beirut. Uno de los principales candidatos a ser este año ese disco que primero parece bueno y del que luego te enamoras. Beirut es el proyecto de un chavalín (19 años) de Albuquerque que compone unas estupendas melodías entre el pop de sus paisanos The Shins, la canción de taberna, descartes de la banda sonora de Ameliè y el folk brumoso del segundo disco de Patrick Wolfe, amén de un toquecito ('Afte the curtain') de Magnetic Fields. Pero lo más curioso de todo reside en los arreglos, que parecen robados a una orquestina gitana de Europa del Este. Dejando a un lado lo natural o estético que puede resultar el acabado y lo tópico de las letras, es un disco para disfrutar y dejarse mecer por la bonita voz de Zack Condon.
The Rose Has Teeth In The Mouth of A Beast, de Matmos. Fascinantes y pretenciosos. No sé hasta qué punto son una cosa más que la otra, hasta qué punto les resulta más fácil inspirarse si tienen un concepto sobre el que trabajar o es que se sienten tan sobrados que se ponen a prueba con esta colección de retratos musicales de personajes que les han infuido, como William S. Burroghs o el Rey Ludwig II de Baviera, Joe Meek o Larry Levan. Cada uno de los temas tiene (o trata de tener) dos niveles de lectura: por un lado el de un brillante tema electrónico con sus beats, sus extrañas melodías y sus sampleados de cualquier cosa imaginable (incluida una eyaculación); por otro lado el de auténtico perfil del personaje, sus claves y las razones por las que Matmos les han elegido. Aún estoy demasiado impactado para decidir si me parece una obra maestra o un ejercicio de estilo vacío aunque brillante, pero creo que va a ser lo primero.
Las jugadas imposibles, de Tachenko. Buenas noticias. Había muchas ganas de escuchar el segundo disco de este grupo liderado por el ex-El niño gusano Sergio Vinadé. Tanto su debut, Nieves y rescates, como los maxis de Amable y El tiempo en los Urales habían despertado el entusiasmo de los amantes de las buenas canciones hechas con elementos y estructuras clásicas. Este nuevo disco largo es otro ejemplo de buen hacer, con sus melodías soleadas y su aire amable; sus letras sencillas y sus referencias al imaginario deportivo. Aún así habría que pedirles un poco más: subir el grado de atrevimiento en los arreglos, no tener miedo a ser más personal en los textos y buscar un par de hits que eviten la sensación de monotonía que amenaza por momentos al disco.
Hermanos carnales, de Surfin' Bichos. Tocaba recuperar a uno de los mejores grupos de la historia del pop-rock español, y especialmente este disco, un auténtico clásico que había pasado de las series medias a estar descatalogado. Hermanos carnales es el tercer y mejor trabajo de la banda que formaban Carlos Cuevas, Fernando Alfaro y Joaquín Pascual. Esta reedición es un doble CD en el que se añaden inéditos, un par de temas en directo y canciones luego incluidos en El infierno B: rarezas. Finalizadas las presentaciones hay que decir que la música que contiene el disco sigue siendo tan adictiva como cuando se editó originalmente en el 92. Alfaro en su mejor momento como compositor. Aquí están dos de sus canciones más recordadas: 'Fuerte!' y 'Abrazo en un terremoto'. Ya era hora de jubilar aquella vieja cinta TDK dónde lo tenía grabado.
Xx