2007/04/26

Toma de contacto

Llego de noche. El taxista es de Senegal y me gusta la banda sonora con la que entro en París. Las luces y las cristaleras de los restaurantes vencen y convencen. El recepcionista del hotel pide (con un castellano bastante simpático) que si salgo hasta tarde no use el timbre al llegar, sino que golpee con los nudillos en la puerta. Tomo el aire en la acera, mientras pasa en bicicleta una chica clavadita a Ségolène Royal (con 25 años menos).

Ocho horas y dos croissants después me voy a trabajar a la calle Guillermo Tell y durante medio día trato de sobrevivir a la personajada y sacar provecho profesional del viaje. Luego llega la parte más agradable: cerca del Pompidou me espera Nuria. Nuria y yo estudiamos en el mismo instituto en distintos momentos, trabajamos en el mismo periódico en distintos momentos y vivimos en el mismo piso en distintos momentos. Quién sabe si esto quiere decir que algún será ella la que me venga a visitar a París. Con tanta terraza y restaurante incitante acabé por regalarme a mí mismo con confit de canard, foi gras maison y moelleux au chocolat. Terroríficamente rico. Después paseo por el Marais y rendido para casa (taxista francés).

Otros dos croissants para acompañar al café crème de la mañana mirando a la calle y sintiendo el sol. Luego más trabajo, bocadillo en la terraza de la empresa para el mediodía y agobio para llegar al avión (solo 25 minutos antes de que saliera, taxista argelino que me satura con una hora de Raï), en el que una señora pide el Liberation para tirar allí las pepitas de la mandarina que se estaba tomando.

¡Mierda! me olvidé de comprar un queso o algo de vino. Habrá que volver.

Xx