Pyongyang, de Guy Delisle
Perdón por el chiste, pero ¿qué pinta un dibujante canadiense durante seis meses en la hermética e impenetrable capital de Corea del Norte? Además de aprovechar para su empresa los baratísimos precios de los estudios de animación del país, Guy Delisle aprovechó su estancia en Pyongyang para escribir y dibujar un cómic publicado este año en España por Astiberri y el año pasado por Drawn&Quarterly.
Dejando a un lado la analogía política que supone llevar en su viaje una copia del 1984 de George Orwell y la narración del trabajo que realizó allí, dos son los epicentros narrativos del cómic: por un lado está la descripción de (parte) la realidad diaria de un país del que se sabe muy poco en Occidente. La influencia china, la idolatría por decreto a Kim Il Sung y su hijo, los trabajos "voluntarios", la lujosa línea de metro que solo tiene dos paradas, los gigantescos hoteles completamente vacíos, cómo el régimen premia a los más fieles sacándoles de provincias para vivir en la capital...
De otro lado Pyongyang es la historia de un tipo obligado a estar un periodo de tiempo en un lugar que no acierta a comprender y que no trata de comprenderle a él, la incapacidad de comunicarse de forma fluida con la gente que le rodea a diario y cómo investigar las cosas por sus propios medios le lleva casi a la alucinación. Memorable el momento en que se ve en un espejo y la imagen que éste le devuelve no es la suya, sino la de Kim Il Jung.
Se podría pedir un poco más de profundidad en su descripción de los coreanos del norte y que no se limitara a mostrar a los extranjeros en la ciudad como interesantes y extrovertidos y los locales como auténticos muertos vivientes. De todas formas, una lectura interesante.
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