2005/07/11

Howl's moving castle, de Hayao Miyazaki

Hay muchas cosas que admiro de Japón y de los japoneses: su respeto hacia los demás, cómo compatibilizan las tradiciones con la modernidad más absoluta, sus bañeras o que sean capaces de hacer que el pescado tenga un sabor distinto dependiendo de la forma en que lo corten.

También hay una serie de artistas japoneses a los que cuento entre mis favoritos. Una lista rápida podría estar formada por el escritor Yasunari Kawabata, el mangaka Osamu Tezuka o los directores de cine Yasujiro Ozu y Hayao Miyazaki.

La última película de Miyazaki se titula (en inglés) Howl's moving castle, y cuenta la historia de una joven (Sophie) de 18 años que se ve convertida en una anciana debido a una maldición. En el extraño mundo victoriano en el que se desarrolla la historia (basada en un cuento de Diana Wynne Jones) existe un castillo móvil del que es dueño Howl, un joven brujo envuelto en una absurda guerra. En el castillo entra a servir la anciana Sophie.

En su peripecia, además de a Howl, Sophie se encuentra a una serie de personajes que dan mayor color a la cinta: el divertido diablo Calcifer, el joven mago Mark, un espantapájaros encantado, el perro o la malvada (en un principio) Bruja del Desperdicio (Witch of the Waste).

Dos son los temas que desarrolla con mayor intensidad la cinta. Por un lado las diferencias que experimenta la protagonista entre ser una joven de 18 años y una anciana. Por otro, un marcado discurso antibelicista. Esto último, con todo lo loable que resulta, es lo más flojo de la película, llegando incluso a enfarragar su resultado.
En cambio, todo lo referido a las reflexiones de Sophie cuando envejece 60 años de golpe y cómo aprende a actuar con sabiduría en lugar de con energía es, sencillamente, magistral. En muchas de sus películas Miyazaki muestra a una niña/chica joven que aprende de una mujer mayor. Aquí los dos personajes se funden en uno. Incluso la anciana Sophie tendrá alguna lección que aprender de la aún más anciana Bruja del Desperdicio.

Visualmente es una auténtica delicia, llena de detalles e imaginación. Se trata también de la película en la que Miyazaki más ha echado mano de la animación digital (especialmente para el personaje de Calcifer). Sin embargo, ha asegurado en alguna entrevista que este uso no llega al 10% de la película, tope que tiene marcado como norma en los Estudios Ghibli.

+ INFO:
- Ficha de la película en IMDB
- Sitio oficial (en francés)

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