Más discos: La revancha de los veteranos
My dark places, de TV Personalities. Dejando a un lado los muy publicidados apuntes biográficos sobre el líder y compositor de TV Personalities, Dan Treacy, llega con escuchar este disco (el primero en ocho años) para notar la rabia y el dolor (que no lagrimones o chillidos) de sus canciones. Formas de rock clásico pero huyendo de fórmulas en un viaje en el que uno se puede acordar de Beat Happening, la Velvet o hasta Daniel Johnston. Un sonido orgánico y hasta un pelín destartalado (esa voz que parece que se rompe) que llena de emoción los brillantes pentagramas de un trabajo sobresaliente.
White bread, black beer, de Scritti Politti. Otro que vuelve después de un prolongado silencio (siete años) es Green Gartside, el hombre tras Scritti Politti. Dejando a un lado el post-punk de sus inicios y el pop electrónico que le hizo famoso con Cupid & Psyche 85, ahora toca un intimismo entre lo acústico y los colchones de teclados que llega a parecer una mezcla entre Elliott Smith y Montgolfier Brothers con colaboraciones de otros clásicos del pop británico más elegante, como Prefab Sprout o Blue Nile. Un conjunto de canciones hermosísimas y que transmiten la sabiduría de un cantautor que gusta tanto de introducir guitarras ('Dr. Abernathy') como teclados en unos temas que de tan pulidos a veces pueden parecer fíos.
Modern Times, de Bob Dylan. Comienza a escucharse el primer tema, 'Thunder On The Mountain', y a uno se le pone una sonrisa en la cara ('hey, esto suena bien') que continúa hasta que se acaba este nuevo disco del eterno Dylan. Dejando a un lado aquel punto de modernidad que había supuesto Time out of mind aquí volvemos a encontrarnos con un sonido que nos retrotrae a los años sesenta. Mientras el Van Morrison de los últimos (diez) años recupera sonidos con elegancia y oficio pero sin nervio, Dylan es como una especie de fantasma que viene del pasado para narrar en plena forma nuestro presente. Ya no se lanza a experimentar con el sonido, pero su cerebro sigue tan vivo y excitado como hace 35 años.
The true false identity, de T Bone Burnett. Guitarrista estadounidense curtido en mil batallas, profundo conocedor y amante de la historia de la música de su país, famoso también como productor y por su participación en bandas sonoras. Este perfil encaja perfectamente en Ry Cooder, pero también en T Bone Burnett. De hecho hay algún tema en este disco ('Zombieland', 'There would be hell to pay') que parecen salidos de Chavez Ravine. Más rock y más cercano al formato canción que el padrino de Buenavista Social Club, pero igual de cinematográfico. Una apuesta segura para los amantes del blues y el rock 'de toda la vida'.
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