Yellow House, de Grizzly Bear
Abrigados del frío. Un manto espeso pero no pesado y una cierta sensación de calidez. Pero sin agobios. La duermevela llega y todo se confunde. Estamos en medio del bosque, ¿no?
Grizzly Bear han pasado a formar parte, como Granvenhurst o Mäximo Park, de la selecta nómina de grupos no electrónicos del sello Warp. Y eso que se podría argumentar que Yellow House es ambient con formas de folk, rock y psicodelia; que igual que hay pop y rock hecho con ordenadores (Death in vegas, alguna cosa de los Chemical Brothers) esto es como un rumor hecho con guitarra, voz, bajo y batería (y violines, y piano...).
Como hay que situarlos se podría nombrar a My Bloody Valentine (porque siempre hay que nombrarlos), a unos Animal Collective menos agresivos y estrafalarios y a Brian Wilson por esa magia y el uso de las texturas. Pero Grizzly Bear se muestran tan fuertes y personales que a la segunda escucha desaparecen las referencias y ya solo queda su mundo mágico, de hadas y también de pequeños duendes malvados. Como les he visto en directo puedo asegurar que no se trata solo de un feliz accidente ocurrido en un estudio. Aquí hay muchísimo talento. De lo mejorcito de la cosecha de 2006.
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