Brasil: día 11
Toca excursión. Cojo en el puerto el catamarán con destino a Morro de Sao Paulo, un archipiélago que está a unas dos horas (me mareo terriblemente) de Salvador y que es a la vez un sitio precioso que combina unas fantásticas playas y la vegetación virgen de la selva al tiempo que se ha convertido en una especie de parque temático. Realmente para disfrutar Morro de Sao Paulo harían falta 3 o 4 días, pero no los tengo.
Al llegar lo primero es encontrar pousada, tras el caos a la hora de bajar del barco (hay que pagar un impuesto turístico). Acabo en la de unos argentinos (la isla principal está repleta de argentinos, especialmente haciendo turismo) que aceptan Visa de crédito (en Brasil triunfa la visa electron).
Me doy un paseo por cuatro playas (cada cual más grande que la anterior) y estreno la temporada de banhos 2008 en un agua más caliente que la de mi ducha.
Después de la playa me interno en la selva y llego hasta el faro de la isla. Lo siguiente (convenientemente protegido por mi crema antimosquitos) es ver la puesta de sol desde una pequenha fortaleza.
De vuelta al pueblo (formado por cuatro calles, literalmente), casi choco con un ´taxi´, que aquí viene a ser el nombre que se le da a las carretillas con las que los lugarenhos llevan las maletas de los turistas. Un buen pescado de cena (sabía como algún primo del tiburón) y una caipifruta después (con una fruta brasileira deliciosa que se llama Caju) ya es hora de abandonar el parque temático (la fiesta en la playa parece demasiado previsible) y rendirme al buen Morfeo.
Xx
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