2008/01/23

Viaje a Brasil: día 7

Ya tocaba pasear por las playas de Leblon e Ipanema (en realidad la misma playa), así que, como el tiempo acompanha, me animo a ello.

El barrio de Leblon es realmente hermoso. Un antiguo poblado que se fue convirtiendo en una sucesión de villas y edificios de lujo, pero sin perder encanto. Es una gozada pasear por sus calles y sentarse bajo un árbol en cualquiera de sus pequenhos parques. Frente a la sensación de tensión que rezuma el resto de la ciudad, esta zona es un pequenho oasis de tranquilidad (y seguridad, en buena parte debido a los porteros de los edificios)

La playa está bastante llena, pero tampoco es una locura. Alquilar una silla-tumbona y una sombrilla sale por dos euros y todo el rato están pasando hombres que venden agua de coco, cerveza, gafas de sol, crema protectora o bisutería.

Como por la zona en un restaurante ´ao quilo´ (al quilo). Es como un buffet de más calidad en el que pagas por lo que comes (en cantidad). Puede ser una buena idea, pues la comida es bastante buena y en Brasil una ración de cualquier otro restaurante llega para alimentar a dos Xx. Lo malo es que tengo el ´síndrome Fresco´ (El Fresco es un buffet que hay en Madrid y Barcelona) y acabé mezclando cinco cosas distintas en el plato: mal para el estómago y malo para el bolsillo.

Otro tópico: un partido de fútbol en Maracanã. Era la primera jornada de la liga carioca y fui a ver el Flamengo-Boavista. 2-0 para los locales y un espectáculo bastante entretenido. Realmente en el estadio hay cuatro zonas fijas (que corresponden al centro del campo en cada lado del estadio, tanto en el graderío inferior como en el superior), por el resto te puedes mover con bastante libertad. Eso hace que la gente siempre esté en la zona en la que está atacando su equipo. Al llegar el descanso todo el estadio se mueve y se va a la zona opuesta para no perderse un gol de los suyos.

Fin del día en el Zazá Bistrõ Tropical de Ipanema. Lo había visto pasando con el bus y me había picado la curiosidad. La decoración del sitio (tiene una pequenha terraza tras subir unas escaleras y una zona interior) es linda y la comida rica (un tanto pija-moderna, pero muy rica). Lo malo fue tener que esperar a pagar más tiempo que a sentarme y comer.

Xx