2008/01/20

Brasil: día 3

Desayuno en el hotel (a quién le importan las moscas en la fruta si es gratis) y salgo camino del Jardín Botánico. Aprovecho el trayecto en bus para descubrir un par de barrios llenos de pequenhas casas coloniales... y montones de muros llenos de graffities. Resulta frustrante no sentirme con la seguridad de fotografiar todo cuanto dibujo encuentre en la calle, pero desde guías y consejo de gente que ya conoce el país la recomendación es sacar la cámara lo menos posible.

Por suerte, justo enfrente del Jardín Botánico pude hacer unas cuantas fotos sin miedo a que un asesino de las favelas llegara para robarme. Respecto a lo que iba a ver, el jardín me gustó (todo tipo de especies tropicales en un entorno medianamente real) y yo le gusté a los mosquitos. Para qué se compra uno una crema anti-mosquitos si luego se olvida de usarla cuando visita un parque tropical?

Bajo al centro en otro autobús y me apeo para visitar un mercado callejero de fruta. La fruta y los zumos merecerán un post propio. Luego aentro en el Parque do Flamengo y como en el templo de la carne de Rio: el Porcão Rio´s, un delicioso (aunque caro para el standar de Brasil) rodizio donde cada carne está más sabrosa que la anterior. Mis favoritas; picanha, cabrito y una de ternera que tenía incrustados trozos de queso.

Al otro lado de la Bahía se encuentra Niterói. Se puede cruzar en bus a través de un larguísimo puente o coger un barco. Obviamente es mucho más chulo lo segundo. Esta ciudad es conocida por acoger varios edificios disenhados por Oscar Niemeyer, especialmente el Museo de Arte Contemporánea. Fuera de eso y un par de playas, es un sitio algo gris, con unas cuantas calles de casas coloniales coloridas cerca del puerto. Momento surrealista del viaje cuando llego a una explanada en la que hay tres supuestos edificios de Niemeyer y solo veo 5 perros echados en la sombra. Llega una especie de guía que me dice que no puedo caminar sólo por allí, para luego mostrarme el interior de las construcciones... que están inacabadas y abandonadas. Por lo visto se acabó el presupuesto hace un par de anhos y lo han dejado así. Supongo que esperarán a que Niemeyer muera para continuarlo.

Vuelta a Rio y visita a Copacabana: mucha gente, muchos chiringuitos de playa y muchos guiris alucinando cuando algún chico les abría un coco delante de ellos con un machete. Alguno intentará repetirlo de vuelta en casa con el cuchillo de cortar el pavo.

Xx