2005/03/10

La historia de Erika

Un libro también es un objeto, debe entrar por los ojos al que se acerca a él o lo disfruta. La editorial infantil Kalandraka convierte cada una de sus publicaciones en un trabajo de amor: por el cuidado puesto en la elección de textos e ilustraciones, la calidad del papel y la impresión, por la coherencia en su línea...

En los últimos meses se ha producido un cierto giro en Kalandraka, que está comenzando a editar trabajos más 'adultos'. Y la conciencia histórica, relacionada con la Segunda Guerra Mundial, parece el primer referente de esta vía: después de su versión del pupular 'El diario de Anna Frank' y un libro titulado 'Muletas' que cuenta la historia de un chico perdido en Viena que trata de encontrar a su madre, llega ahora 'La historia de Erika'. Se trata de una historia tan mínima que más bien cabría calificarla de anécdota.

Obra de la escritora Ruth Vander Zee y el ilustrador Roberto Innocenti, 'La historia de Erika' narra su encuentro con una superviviente del Holocausto y la peripecia que permitió que esta no acabase en Auschwitz, Mauthausen o Dachau. Los textos son concretos y están llenos de significado, mientras que las ilustraciones componen una especie de realismo preciosista, similar a una fotografía que los años han vuelto dibujo.

De las últimas novedades de Kalandraka, sin embargo, prefiero 'confundiendo historias', de Gianni Rodari y Alessandro Sanna. Se trata de una deliciosa historia en la que el cuento de Caperucita Roja es puesto cabeza abajo: los malos son buenos, la abuelita es un abuelito y caperucita tiene un humor de aquí te espero. Todo según la interpretación que hacen de la historia un abuelo con pocas ganas de volver a contar otra vez el mismo cuento y una nieta que no quiere que este se separe una sola coma del texto original.

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