2005, el año que volvió la música
Los dos primeros meses de 2005 (y lo que se adivina del próximo mes y medio) han resultado espectaculares en cuanto a buenos discos. De muchos de ellos ya he ido hablando durante estas últimas semanas: LCD Soundsystem, Manu Chao, Bloc Party, Micah P. Hinson, Iron & Wine, Rufus Wainwright o Sr Chinarro.
Pero hay muchos más discos destacables:
- Arcade Fire: 'Funeral'. Un fantástico disco que parte del emocore y sus furiosas guitarras para acercarse a una especie de pop de energía desaforada y nunca contenida.
- Mercromina: 'Desde la montaña más alta del mundo'. Despedida de uno de los grupos más representativos de la segunda hornada del indie-pop español. Más personales que nunca, adoptando ambientes y sensaciones que beben de My Bloody Valentine.
- Bright Eyes: 'I'm wide awake, it's morning' y 'Digital ash in a digital urn'. Los dos nuevos discos del niño prodigio de la música en EE.UU. El primero es un hermoso ejercicio de country-folk en el que bebe directamente de los clásicos (Gram Parsons, Emmylou Harris, el primer Dylan) con una naturalidad aplastante. El segundo es un ejercicio de indietrónica oscura con la colaboración de miembros de Yeah Yeah Yeahs y Dntel/Postal Service.
- Patrick Wolf: 'Wind in the wires'. Segundo disco del niño prodigio de Country Cork (Irlanda). Menos gritón/electrónico y más folkie, pero manteniendo el equilibrio entre las brumas de lo tradicional y ese algo extraño que le aportan los sonidos que extrae de su laptop.
- Antony and the Johnsons: 'I'm a bird now'. La sensación del año para los oídos más sensibles. Pop teatral y de cámara a mayor lucimiento de la sensacional voz del divino Antony.
- Roots Manuva: 'Awfully Deep'. Espectacular vuelta del mejor rapper del Reino Unido. Hip hop, dub, un poquillo de Grime y toneladas de personalidad y groove.
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