Más discos (4)
The Campfire Headphase, de Boards of Canada. Esta vez va a ser que no. Boards of Canada (BOC) se dieron a conocer en 1998 con Music has the right to children, uno de los discos más hermosos y con mayor misterio de la música electrónica reciente. Luego recuperaron su mini-lp de debut (Twoism) y repitieron la jugada de su debut largo en Geogaddi. Curiosamente este disco, pese a no cambiar ni un ápice su propuesta de ambientes ensoñados y bases al ralentí, también funcionaba. ¿Sería que BOC habían logrado una fórmula mágica que poder repetir siempre? ¿Produciría su música la misma sensación de embobamiento que las nubes de verano, que todas se parecen pese a ser distintas? Va a ser que no, o que a la altura de su nuevo disco (The Campfire Headphase) ha llegado la nube gris: el estilo es idéntico, incluso más bucólico, pero ya no afecta. Bonito y casi entrañable, tiene momentos en los que la fascinación se vuelve aburrimiento.
Twin Cinema, de The new pornographers. Hubo un momento a mediados-finales finales de los noventa en el que parecía que la música no tenía ningún valor si no era tremendamente arriesgada y novedosa. Al que repetía un esquema o una melodía ya utilizados se le miraba como un cáncer. Poco a poco esto ha cambiado, bien porque los arriesgados se quedaban engarzados en su ánimo por epatar, bien porque no se puede despreciar una cosa bien hecha. Ahora vivimos en una época dorada para los 'buenos artesanos': gente que sabe cantar una buena melodía con estilo (Antony -and the Johnsons-), romperte la médula con un riff contagioso (Strokes, F.Ferdinand, Clap Your Hands say Yeah!) o recuperar con estilo la historia de la música negra (Kanye West). Pues para recuperar un pop americano con raices tradicionales ya están The new pornographers, 'supergrupo' de Vancouver formado por miembros de reconocidos grupos locales más la vocalista Neko Case. Toques de power pop, new american rock y un poquillo de folk para un coctail de eficacia garantizada.
Infiniheart, de Chad Vangaalen. Una de mis sorpresas del año, este debut para SubPop descubre a un canadiense con el corazón roto y muchas ganas de contar. Su arma básica es la guitarra acústica, aunque también se apunta a la eléctrica y a unos curiosos fondos sintetizados. De voz cercana aunque un tanto espectral, su música puede recordar a Joni Mitchell, al Mark Eitzel o el Ron Sexsmith que probaron un día a encender el ordenador o a Elliott Smith. Pero la comparación que más me viene a la cabeza es Mark Kozelek (Red house painters). Esa melancolía no fácil, la intensidad de algunas guitarras... un disco que algunas veces pierde un tanto el foco pero muestra muchísimo y promete aún más.
Witching Hour, de Ladytron. Los terceros discos suelen ser complicados. Ni la frescura del debut ni la piadosa 'segunda oportunidad'. Si no funciona, a la calle. El de Ladytron funciona. Pese a los problemas que han tenido para editarlo (al final ha salido en Rykodisk tras la quiebra de su anterior discográfica) es su mejor disco. El más sólido y que presenta ya un sonido que resulta del todo personal. Además trae como carta de presentación uno de los hits del año: 'destroy everything you touch', la más pegadiza (y la más petarda, también) de un disco un tanto oscuro pero no impenetrable. Es curioso lo bien que están creciendo algunos proyectos que podían parecer coyunturales/de moda y que unían pop-rock y electrónica de una forma más artie (Lali Puna) o festiva (Vitalic). En el fondo lo único que importa es que haya buenas canciones.
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