Envía tu dinero
Se trata de uno de los negocios que más ha prosperado en los últimos años: intermediar en el envío de dinero hacia sus países de origen de los extranjeros residentes en España. Existen otras figuras bancarias más 'sofisticadas' (como el 'guarda dinero en nuestro banco para que tu familia pueda comprar un piso que nosotros mismos estamos construyendo'), pero la simple gestión de las transferencias monetarias se lleva la palma.
Y no a todos los inmigrantes se les vende lo mismo. Cada uno es distinto, se ha marchado de su país con distintas situaciones. Por eso las publicidades se adaptan a cada uno de los perfiles: el argentino que envía dinero es joven pero no un niño, aparece con un casco de obra (¿ingeniero? ¿simple operario?), indicando que probablemente tenga una carrera universitaria. La pareja rusa parece disfrutar de la cercanía de su jubilación. Están tranquilos y felices, no dan la impresión de sufrir agobios económicos. Ecuador, Bolivia, Perú... están representados por gente joven y la imagen de la familia feliz y unida.Formas y estereotipos para vencer a la psicología de cada tipo de inmigrante. Se trata simplemente de dinero: el de los inmigrantes y el que se quedan los intermediarios.
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Pintor sin demasiada fortuna, un tanto golfo y emparejado con la hermosa Alice, Isaac recibe un día una curiosa proposición: hacerse a la mar en un barco que se dirige a las américas con el objeto de realizar dibujos del trayecto y la tripulación. Su necesidad económica le obligan a aceptar.
Bien narrado y con unos personajes que se hacen querer, lo más destacado de la obra es su extraordinario dibujo. Un coloreado ejemplar, una secuenciación limpia y ágil y, sobre todo, una facilidad muy especial para caracterizar a los personajes a través de sus rostros: algunos elegantes y hermosísimos (especialmente los femeninos), otros divertidos y marcados por la caricaturización. Pero siempre, siempre, expresivos.
El que faltaría en la lista anterior es 





Ahora que se estrena en todo el mundo
Hay veces en las que te vas encontrando el nombre de un autor o artista de revista en revista. A fuerza de insistencia y una mínima curiosidad acabas por investigar. A mí me ocurrió algo así durante los últimos meses de 2004 con una escritora francesa: Amèlie Nothomb: joven, atrevida, con tendencia a hablar de sí misma y una de las jóvenes promesas de la literatura gala. Había que darle una oportunidad. En mi caso fue con la que era su novísima novela,

Hace unos días
Weegee está reconocido como el mejor fotoperiodista estadounidense de los años 30 y 40, y uno de los grandes de la fotografía del Siglo XX. Fue el primero en llevar en su coche una radio de la policía, y muchas de sus imágenes eran utilizadas para identificar sospechosos, cómplices y determinar si había sido tal o cual bombero el que había realizado un salvamento. Su trabajo consistía en captar imágenes de crímenes, incendios y galas nocturnas de la alta sociedad de Nueva York. Dormía con el sol y salía a cazar sus imágenes con la luna. Además ilustró los conflictos raciales en Harlem, las noches de amor en Coney Island y la curiosidad del ser humano ante la tragedia.

Dejando a un lado lo poco creíble que resulta el hecho de que la victoria del Sur no tuviera repercusiones más allá de la huida a Canadá de los más liberales y la permanencia de la esclavitud, el mayor problema de la (simpática) película es que su primera hora resulta un auténtico tostón si no se tienen avanzados conocimientos sobre la historia de los EE.UU. entre la Guerra de Secesión y la II Guerra Mundial. A partir de este momento la trama se vuelve más comprensible.
¿Sus niños son rebeldes? ¿No tiene tiempo para educarles como le gustaría? ¿Le han salido de la piel del demonio? Si reside en los EE.UU., no tiene razón para preocuparse. Además de vivir protegida/o por un escudo antimisiles, puede ver en la TV no uno, sino dos programas protagonizados por súper niñeras.
El contraataque de la cadena Fox (que también pujaba por 
Hace unos meses que se empieza a comentar que China está lista para la conquista del mercado occidental. Ya no se van a limitar a exportar productos de gama baja a precios contra los que no se puede competir. En eso son los mejores. El siguiente paso es jugar con las reglas de europeos y americanos: comenzarán a comprar bancos, petroleras, marcas de prestigio (especialmente en el mercado textil) con problemas de liquidez y presentar a sus mayores valores en las bolsas internacionales.

Pero me encuentro ahora frente al 







