2005/08/15

La verbena de la Paloma

La noche del 14 de agosto, el boticario Don Hilarión, un declarado viejo verde, se prepara entusiasmado para ir a la Verbena. Ha conocido a dos hermanas, las “chulapas” Casta y Susana, y piensa salir con ellas al baile.

Así empieza La verbena de la Paloma, zarzuela de Tomás Bretón que tiene lugar la noche grande de las fiestas del barrio de La Latina.

Poco dado a compartir las tradiciones de la capital (en dos años aún no he tomado muchos de los platos típicos) me animé ayer a pasarme por las fiestas de La Paloma con una amiga. De entrada había poca gente y menos chulapos (gente vestida con el traje típico madrileño). Mejor, no hay que dar codazos para avanzar por la calle. Al final nos fuimos hacia Las Vistillas, donde nos esperaba un infierno de puestos de churros tóxicos, bocadillos de grasa con grasa (panceta, gallinejas, entresijos) y un grupo-karaoke que recordaba éxitos de todas las épocas.

Pero antes de eso vimos una representación comentada de las últimas escenas de La verbena de la Paloma. Como es habitual (y de agradecer) hubo mucha entrega por parte de los aficionados, seguramente vecinos, que la representaban. Pero lo curioso, como bien apuntó mi amiga, era que ninguno de los que estaba en el escenario bajaba de los 70 años. Y tampoco lo hacía ninguno de los que paseaba por la calle con su traje de chulapo o chulapa. ¿Hay crisis en el folclore madrileño? ¿Habrá chulapos y chulapas dentro de 25 años? En la mayoría de las Comunidades Autónomas hay muchos jóvenes apuntados en las escuelas de baile y música tradicional. Aquí parecen una especie en extinción inmediata.

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