(re)Leyendo a Augusto Monterroso
No creo que nadie me discuta que leer constituye un placer. Igual un estudiante me replicaría recordando sus suplicios para acabar en fecha la lectura (y posterior análisis o examen) de algún clásico. Pero eso no es leer, sino estudiar.
Y ya que hemos dicho que es un placer, qué mejor forma de leer que divirtiéndose. Yo me lo he pasado pipa volviendo a leer a Augusto Monterroso. En los dos últimos meses he disfrutado con una recopilación de ensayos y charlas (Literatura y vida, editado por Alfaguara en España en 2003) y su primer libro: Obras completas (y otros cuentos), editado originalmente en 1959.
En el primero, además de pequeñas reflexiones (hay una deliciosa sobre los libros prestados) y algún ensayo, como el dedicado a la literatura fantástica mexicana, destacan las reflexiones del autor sobre el relato breve (del que fue uno de sus mayores exponentes)y, precisamente, sobre su primer libro.
Cuenta Monterroso que llevaba tiempo escribiendo relatos pero no se animaba a reunirlos en un único volumen. Tuvo que ser a los 36 años cuando, trabajando en la Universidad Nacional Autónoma de México, su amigo Henrique González Casanova (director de publicaciones del centro) le amenazó con despedirle si no entregaba una recopilación de sus cuentos en 30 días. Pese a la buena acogida de la obra, Monterroso no volvería a publicar hasta diez años después, lo que dice mucho de la meticulosidad de su obra.
Pues bien, Obras completas (y otros cuentos) es una maravilla. Para empezar, este volumen se encuentra el famoso relato considerado el más corto jamás escrito: (Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí), tan apreciado por Italo Calvino.
Es además el libro de cuentos divertidísimos y que retratan una América Latina con un fuerte vestigio colonial. Es el caso de 'Mister Taylor', sobre un gringo aventurero que descubre un negocio consistente en enviar a un tío suyo que vive en Nueva York una serie de cabezas reducidas por los indios, que este último vendía entre las clases pudientes de la Costa Este de los EE.UU. O aquel otro ('Primera Dama') en el que la esposa del Presidente se empeña en recitar en auditorios para ayudar a que los niños chicos puedan desayunar todas las mañanas en el colegio.
Una parte amarga la encontramos en el torturado relato de 'Diógenes también', la reflexión triste de 'Vaca' y la amargura de 'El Concierto'. Sin embargo, lo que une a la mayoría de los relatos es una visión lúdica y desdramatizadora de las cosas. La visión de un guatemalteco elegante y con mucha sorna que se llamaba Augusto Monterroso.
+ INFO:
- Centro Virtual Cervantes
- Página con enlaces al texto de muchos de sus cuentos
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